Aquella mañana me presenté a la hora acordada en el despacho de mi amigo Antonio Velasco Piña. Nuestro encuentro ocurría no por solicitud mía sino por iniciativa de él quien ocasionalmente me llamaba, cuando tenía algo que entregarme.
En esta ocasión la motivación de reunirnos era producto de una extenso mensaje que me había sido entregado a través de una médium. El mensaje provenía de "el espíritu" de Jorge Berroa del Río, quien en vida había sido un músico e igualmente médium de origen cubano, y cuya biografía había sido escrita por Antonio en su libro titulado "Hombres que quieren ser".
Aquella extensa revelación que pocos días atrás me había sido entregada desde otra dimensión, la había grabado por indicaciones de Berroa y Antonio me manifestó de manera insistente estar interesado en escuchar su contenido.
En la parte inicial de aquella larga sesión de entrega de la revelación se hizo referencia de yo haber sido trasladado fuera de mi cuerpo a otro lugar. De manera insistente (repitiendo en dos ocasiones detalles al respecto), Berroa hizo referencia a su proceso de haber dejado su cuerpo (de manera voluntaria y consciente), y de haber realizado una metempsicosis temporal en mí a fín de hacerme entrega de un conocimiento (por activación de recuerdos) para actualizar en el presente una misión que nos enlazaba desde un muy remoto pasado. Fenómeno que, según la revelaciones entregadas por él, igualmente me había enlazado con Adaesuz, un ser de Andrómeda.
Durante la reproducción de la grabación, que Antonio escuchó con suma atención, nunca observé que manifestara alguna reacción de sorpresa ante el contenido de la misma. Asimismo, cuando al terminar esta le pregunté su opinión al respecto, sin mostrar el menor atisbo de duda, simplemente procedió a confirmarme la veracidad de la totalidad de su contenido.