A diferencia de diversas personas con quienes he tenido intercambios a lo largo de mi vida que afirman haber conocido a Regina, siendo por supuesto Antonio Velasco Piña el testigo principal, no puedo aportar nada al respecto de la veracidad de la existencia física de la Dakini (ser celestial de naturaleza femenina, temporalmente encarnado). Una realidad que resulta controversial para muchos.
De lo que si puedo dar testimonio es de la existencia de seres incorpóreos (de corporeidad sutil, no observable comunmente), quienes se me han manifestado en más de una ocasión y que se agrupan bajo la denominación revelada por ellos mismos como CCCR (Comando Cósmico Código Regina).
El primer contacto con ellos ocurrió en los años 90s durante un viaje hacia la isla de Cuba, que sería sede de un congreso internacional en tecnologías optoelectrónicas (óptica y electrónica) de vanguardia. Su milagrosa intervención evitaría mi muerte, según revelaciones que me entregarían ellos mismos posteriormente.
Años después, aquel evento y otros enlazados, me guiarían hasta una muy estrecha amistad con Antonio, -el testigo- de Regina, quien en diferentes momentos y contextos me haría diversas entregas.
Una de ellas que resultaría especialmente significativa, será narrada a continuación.
Tras ser citado vía telefónica a encontrarme con él en su despacho (ubicado en la parte superior de la casa localizada en la calle de Alumnos, anexo al cuartito donde vivió Regina en 1968), me presenté el día y hora acordados. Aunque fui recibido por él allí donde frecuentemente conversábamos, tras un breve intercambio de forma extraordinaria me indicó que lo acompañara a la planta baja guiándome hacia una pequeña sala, contigua a la sala principal.
Allí, en una mesa de centro, se encontraban apiladas todas las ediciones de su libro "Regina: Dos de Octubre no se olvida" que normalmente él mantenía en una repisa en su despacho frente a su escritorio, junto con algunas fotografías colocadas en la pared de eventos muy significativos para él, como fué su encuentro con el XIV Dalai Lama (S.S. Tenzin Gyatso), previo a la ceremonia realizada en la pirámide del Sol, en Teotihuacan el año 1989.
Tras tomar una bolsa grande de papel grueso que estaba doblada sobre la mesita junto a los libros, Antonio procedió a meterlos todos en ella.
Al finalizar y sin más explicaciones, simplemente me indicó con su acostumbrado modo, afable y coloquial:
¡Llévatelos compadre!
Recibí aquella entrega y, sin decirnos nada más, nos despedimos. Producto de experiencias previas en mi larga y profunda relación con -el testigo-, internamente sabía que el significado de aquel enigmático evento se resolvería por si mismo.
Una primera interpretación, que cruzó por mi mente camino casa, fue que la entrega estaba relacionada con la propuesta que tiempo atrás me hiciera Antonio de asociarme con él, siendo yo el responsable de la edición digital de toda su obra.
Utilizando las diferentes opciones disponibles en el Internet me haría cargo de la publicación, difusión y venta de ejemplares. Propuesta que, aunque exploré a fin de ayudar a mi querido amigo a difundir su trascendental obra entre los potenciales lectores del planeta, no se concretó por mi total incapacidad de sacar adelante una tarea empresarial como esa.
No tardé mucho en descartar la anterior explicación pues, para realizar dicha encomienda, en todo caso era necesario hacerme entrega de un ejemplar de cada uno de sus distintos libros (que en aquellos años eran alrededor de 15), no una docena de ediciones de un mismo libro.
Tras algunos días de reflexionar al respecto, más de modo meditativo y no de forma racional-obsesiva. Mientras trabajaba con las energías de aquellos volúmenes y teniendo uno de ellos en mis manos, se me manifestó fisicamente un ser incorpóreo que me entregó un mensaje procedente de Las Pléyades, del que transcribo el siguiente fragmento que considero fundamental.
“... Cristo fue traído al planeta en Teotihuacan mientras su cuerpo físico nació en Palestina. Su cuerpo de luz -ka- fue implantado en Teotihuacan donde muchos representantes estelares podían trabajar con él mientras entretejía las nueve dimensiones en el campo planetario. De hecho Cristo apareció en cada una de las nueve dimensiones de la Tierra; su implantación en México tenía la forma de la octava dimensión, el aspecto que trabaja en las dimensiones galácticas. ..."
El anterior mensaje revelaba una dimensión superior del propósito para el que fué edificada aquella ciudad sagrada.
En medio de algunas experiencias derivadas de un compromiso que me llevó a realizar caminatas en Teotihuacan y ascenciones rituales en la pirámide del Sol durante un ciclo solar, me fue entregada la siguiente visión interna y con ella la indicación de crearla digitalmente.
Más adelante nuevas presencias se manifestarían haciendo entrega de revelaciones más detalladas al respecto que vinculaban a la cámara interna de la pirámide del Sol y a Orión. Presencias que me guiarian por entre los templos de Egipto, hasta las cámaras internas de la Gran Pirámide.
En cuanto a la entrega de Antonio, en algún momento recibí la indicación de tomar las diferentes ediciones y armar un mosaico del que tomaría la siguiente fotografía que se haría pública junto con la presente historia. Quedaba mucho por reflexionar y escribir, como me fue encomendado, pero tenía la certeza de que ya era momento de hacer una cita para reencontrarme nuevamente con -el testigo- a fin de que "las Reginas" regresaran a manos de su legítimo custodio.
ver: El papel de MEXICO
ante el Nuevo Orden Mundial